Si no puedes con tu enemigo, únete a él.
Si no puedes con tu enemigo, únete a él. Algo así debió pensar Kike Sarasola, el fundador de Room Mate Hotels, cuando a principios de este julio decidió ser parte del tsunami de consumo colaborativo que amenaza al negocio hotelero a nivel mundial. Antes, tuvo que quitarse los clichés sectoriales y buscar la manera de aprovecharse de una corriente que se antoja imparable. Salir de la zona de confort y plantearse alternativas, excepción a la regla. Fruto de esa reflexión ha nacido, tras poco más de dos meses de gestación, su último proyecto: Be Mate, unainiciativa que puede marcar la senda futura de la industria y que hoy ve la luz.
La idea es tan simple que parece mentira que no se le haya ocurrido a nadie antes. Puesto que el alquiler de apartamentos de particulares para estancias de mayor o menor duración es ya una realidad en nuestras ciudades –en su estudio de mercado, los responsables del proyecto descubrieron hasta 385 en un radio de 500 metros alrededor del Room Mate Oscar de Madrid, que disfruta de una ocupación cercana al 100% todo el año–, ¿por qué no tratar de capitalizar su existencia en beneficio propio ofreciendo a arrendador y arrendatario los servicios de reserva y conserjería de la cadena a cambio de una comisión?
De este modo, el primero podría irse tranquilamente de su casa sin necesidad de velar por la entrega y recogida de llaves, la revisión y limpieza del piso, los cambios de ropa de cama a la marcha del inquilino o los problemas derivados de cualquier incidencia durante el periodo de estancia. Por su parte, el visitante se aprovecharía no solo de todo lo anterior –incluida la consigna de equipajes y demás ayuda 24 horas propias de cualquier hotel–, sino también de la posibilidad de resolver –de forma centralizada y a cambio de un módico fee– cualquier necesidad que, en términos de limpieza, alimentación, entradas, sanidad, desplazamiento o cualquier otra, pudiera tener. Win-win para ambos.
Dicho y hecho.
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